FanFic

Algunos de los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, podre unir mi vida al hombre de mis sueños, Edward.

viernes, 17 de junio de 2011

5. Cadena de Favores


"No es tan fácil ser niñera"
By LadyCornamenta
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"Las deudas se pagan solas, el destino las cobra… o los cobradores"


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Fue algo increíble la velocidad en la que Bella se cambió, sin chocar ni tropezar una sola vez. 

En realidad, no estaba segura si su torpeza había hecho o no acto de presencia, ya que estaba demasiado preocupada y sorprendida como para poder percatarse de semejantes nimiedades. Después de conseguir salir de su apartamento, claro, otra complicación se sumó a su lista: conseguir un bendito taxi a las cinco de la mañana. Con su camioneta en reparación, aquello de viajar en vehículos ajenos se le estaba haciendo costumbre, pero su hora de viaje, generalmente, era normal… es decir, no cuando todo el mundo dormía. De hecho, ella también debería haber estado haciéndolo.

Estuvo quince minutos parada y agradeció el simple hecho de que fuera una noche de verano. 

En aquel período de tiempo, sin embargo, no pudo dejar de pensar en las palabras que Edward había pronunciado nerviosamente. ¿Cómo habían terminado en una estación de policía?

Suspiró, mientras llevaba las manos a su cien. Aquel muchacho terminaría volviéndola loca. 

Finalmente, consiguió, a duras penas, un taxi que la alcanzara hasta dicha estación. Durante todo el trayecto, se removió en su puesto, con una creciente ansiedad. Finalmente, pagó al conductor y salió disparada del automóvil. Antes de ingresar a la estación, tropezó con las escaleras de la entrada y cayó hacia delante; un bonito raspón en el codo le quedó como prueba de ello. Refunfuñando maldiciones por su recién adquirida lastimadura, ingresó en el lugar y sintió que la mirada de un hombre se clavaba sobre ella. El oficial, de unos treinta y mucho o unos cuarenta y pocos, tenía el cabello castaño tirado hacia atrás y unos anteojos redondos se encontraban apoyados en el puente de su nariz. Parecía ser un hombre muy alto, a pesar de que estaba sentado.

- Buenas noches. Disculpe, ¿ha ingresado un muchacho de apellido Cullen en las últimas horas? - preguntó Bella, de forma educada. El hombre asintió, apoyándose contra el respaldo de su silla.

- Sí, ¿usted es…?

- Soy su… tutora - explicó rápidamente - Sus padres están de viaje y…

- Necesito una constancia para saber si realmente usted está a cargo de él - explicó el oficial -  ¿Su nombre, señorita?

- Isabella Swan - respondió rápidamente. Iba a buscar algún otro pretexto para refutar la orden del policía, pero este sólo la observó con sorpresa, dejándola desconcertada.

- ¿Swan?, ¿es algo del jefe de policía Swan? - preguntó el hombre.

- S-su hija - respondió tímidamente Bella. El hombre sonrió afablemente, mientras se inclinaba hacia delante.

-¡Oh, yo soy un gran amigo de su padre! - comentó - Solíamos ir juntos a algunos cursos…

Bella sonrió por cortesía, ya que los nervios la estaba volviendo loca.

- Así que, ¿cómo es eso de que es la tutora del joven Cullen? - preguntó, confundido - No le doy más de veinte años…

- Sí, tengo diecinueve - explicó rápidamente Bella - pero estoy trabajando como niñera en su casa, y su madre…

- Sí, ya sé, ya sé… está intentando salvarle el pellejo, ¿cierto? - comentó el hombre, con una media sonrisa. La muchacha asintió, bajando la vista a su regazo, avergonzada.

- No se preocupe, sólo los hemos detenido por conducir, sobrepasando los límites de velocidad permitidos y después de haber bebido. Algo muy típico de los adolescentes hoy en día - explicó rápidamente - Mientras le dé una buena reprimenda, es suficiente. Después de todo, todavía es muy joven … - agregó, con un suspiro, mientras ladeaba la cabeza.

- Sí, no dude de ello - respondió firmemente Bella, decidida a cantarle unas cuantas cosas a Edward. Entonces, reparó del plural utilizado -. Disculpe, pero dijo… ¿los hemos?

El hombre asintió.

- Sí, es él y otro joven, un tal… Adamson, James - comentó, leyendo unos papeles que reposaban sobre su escritorio. Luego alzó la vista -  ¿Le suena el nombre?

Bella negó, frunciendo un poco los labios.

- En lo absoluto. - El hombre suspiró.

- De acuerdo - el oficial se volvió y le hizo gestos a otro, que parecía estar medio adormilado, apoyado contra una pared -. Jeff, trae a Cullen, el muchachito de la carrera.

El hombre, más joven que su compañero, asintió y desapareció por un largo pasillo.

Bella se quedó sentada frente al escritorio del oficial, mientras un pesado silencio reinaba en el cuartel. Después de unos minutos de espera, apareció el joven y desgarbado oficial, llevando del brazo a Edward. Su aspecto no había variado demasiado; la única diferencia, quizás, era que su camisa blanca estaba bastante sucia y su cabello más despeinado, si es que aquello era posible.

- Señorita Swan, aquí está el implicado - comentó el oficial más entrado en años - espero que sepa como manejar la situación.

- Sí, no se preocupe oficial - respondió Bella solemnemente, dirigiéndole una mirada asesina a Edward. El joven sólo le sonrió de lado, con aquella inagotable picardía.

- De acuerdo, firme aquí - el oficial le señaló unos papeles y Bella obedeció, titubeante -  Creo que eso es todo. Mándele saludos a Charlie de parte de Matt Norton.

Bella asintió.

- Muchas gracias, oficial Norton.

Bella, que sentía que estaba a punto de morir de un ataque de nervios, tomó a Edward del brazo y salió de la estación. Cuando se encontraron fuera, se volvió hacia el muchacho. Realmente estaba furiosa.

- ¿¡Tú acaso estás demente! - gruñó la joven, apretando los puños - . ¿¡Entiendes lo que acabas de hacer!

- Uhm… ¿despertarte? - preguntó Edward inocentemente, que parecía muy divertido con la situación.

Bella se acercó a él, hecha una furia.

- ¿¡Crees que es gracioso! - gritó, golpeando su pecho con uno de sus dedos - ¡Eres un irresponsable, inconciente, idiota, inmaduro…!

- ¿Irresistible? - prepuso Edward, tomando la muñeca de la joven, acabando con los pequeños golpecitos en el pecho.

- Imbécil.

Bella gruñó e hizo un extraño sonido con su boca. Intentó soltar su agarre del de Edward, pero le resultó imposible.

- Sólo necesito que no le digas nada de esto a mis padres…

- ¿¡Y por qué no debería hacerlo - chilló - cuando no haces más que comportarte como un estúpido niño consentido!

- Bella - cortó Edward, serio, tomando la otra mano de la muchacha, que había estado cerca de golpearlo - por favor. Te juro que te deberé una.

La muchacha resopló.

- Vamos a buscar un taxi - pidió, y su voz sonó casi como un gruñido.

Edward sonrió de lado y la siguió, en completo silencio.

Después de esperar algunos minutos, que Edward aprovechó para llamar a sus mejores amigos para avisarles que todo estaba bien, finalmente consiguieron un taxi. En el viaje, Edward se encargó de explicarle a la joven Swan que Emmett y Jasper estaban bien, ya que no estaban con él en el auto en el momento en el que lo había atrapado la policía; sin embargo, sus buenos amigos se habían quedado cuidando su preciado Volvo. Bella, ante aquel detalle, frunció el ceño.

- ¿Cómo que no estaban contigo? - preguntó -. ¿Qué hacías sólo en tu auto?

- Era algo… personal - murmuró Edward.

- ¿Qué…?

- No importa, Bella, olvídalo - cortó él.

La muchacha estaba preparada para replicar, pero no quería hacer una escena dentro del taxi; por lo que, tragándose sus ganas de gritar, volvió su vista hacia el frente. Gracias a Dios, aquello no duró demasiado. Ambos se bajaron en la casa de los Cullen, ya que Edward insistió en que así lo hicieran. Llegaron hasta el recibidor del hogar, pero Bella se quedó de pie en la puerta de entrada.

- Es mejor que me vaya ya - expuso.

- No, aunque sea me gustaría darte algo para desayunar… - comentó el muchacho, rascándose la nuca.  Bella abrió los ojos, sorprendida. Esos gestos no eran los usuales en el prepotente Edward Cullen.

Bastante atontada, ingresó en la casa. Edward cerró la puerta suavemente, intentando no hacer ruido.

- ¿Qué sucede si tus padres se despiertan? - preguntó, en un susurro asustado.

- Les diré que te has olvidado un libro, has venido a buscarlo y te he invitado a desayunar - expuso con seguridad, en voz baja, como si ya lo tuviese planeado desde hacía mucho tiempo.

- ¿Qué persona cuerda se levanta a las seis de la mañana para ir a buscar un libro? - preguntó Bella, en un susurro mordaz, mientras atravesaban el comedor.

- Tú no estás cuerda, así que no hay problema - apuntó burlonamente Edward, mientras prendía la luz de la cocina.

- Ja, ja, ja - rió Bella irónicamente, conservando el tono de voz suave.

La posición que tenía era perfecta para darle un buen golpe, pero se contuvo. Después de todo, seguía siendo uno de los pequeños que debía cuidar.

Pequeño, claro.

Edward se dirigió con pasos elegantes al refrigerador. A pesar de tener la camisa y el rostro considerablemente sucios, y los cabellos despeinados, seguía conservando aquella gracia innata, que debía ser algo hereditario, a juzgar por sus elegantes padres. El joven se quedó observando el interior del refrigerador por un rato, y luego se volvió hacia Bella.
- Hay pastel y cereales - comentó - la verdad es que la cocina no se me da muy bien. - Bella alzó una ceja.

- Deja, yo me encargo del desayuno - comentó, rodando los ojos. Edward sonrió de lado.

- Si insistes…

Bella se dedicó a preparar algo rápido para comer, mientras Edward, después de cerrar la puerta de la cocina, sintonizaba el canal de las noticias. La muchacha alcanzó dos tazas a la mesa y luego llevó unos platos con algunas cosas que había encontrado. La verdad era que no había hecho algo demasiado elaborado, pero… ¡vamos, se había levantado a las cuatro y media de la mañana!

-No te preocupes, estoy acostumbrado a los desayunos artificiales - comentó el muchacho, guiñándole un ojo. Bella rodó los suyos, mientras tomaba algunos cereales.

- Me gustaría decirte que luego te llevaré a tu casa, pero creo que eso es imposible - apuntó Edward - por lo que luego puedes pedir un taxi… o compartir la cama conmigo, claro.

Bella suspiró, obviando el último comentario.

- ¿Dónde ha quedado tu coche, por cierto? - preguntó - ¿No se supone que lo tendrían que haber llevado…?

- Lo tienen Jasper y Emmett - cortó rápidamente - Técnicamente, huyeron con él.

La joven Swan abrió los ojos, sorprendida.

- Ustedes no dejan de meterse en problemas, ¿cierto? - preguntó, con un tono de voz más agudo de lo normal.

Edward asintió y sonrió, como si aquélla fuera una excelente virtud.

- Por cierto, ahora es mi turno - apuntó Edward rápidamente. Su rostro se volvió considerablemente serio - ¿Cómo hiciste para sacarme tan rápido de la estación?

Bella soltó otro suspiro y comenzó a preocuparse. ¿Cuántas veces había suspirado en los últimos… treinta minutos?

- Mi padre conocía al oficial de turno - explicó rápidamente - también es oficial de policía.

Edward abrió la boca, sorprendido. Luego aquella sonrisita ladina apareció en sus labios.

- De acuerdo, es un buen dato para tener en cuenta - comentó pícaramente.

-Vuelve a meterte en problemas y no vivirás para contarlo - amenazó Bella, con cansancio, mientras cerraba los ojos.

Realmente necesitaba dormir.

- ¡Bella! - chilló una suave vocecita.

Oh, no.

- Alice, buenos días - saludó Bella, con cansancio, mientras la pequeña se colgaba de su cuello.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó la chiquilla.

- He venido a buscar un libro… - respondió Bella, con suspicacia.

- ¿Un libro?, ¿a las siete de la mañana? - preguntó la pequeña, escéptica, pasando su mirada de su hermano a su niñera.

- Sí, tengo problemas de insomnio - apuntó rápidamente Bella, con voz monótona - ¿Y tú?, ¿qué haces despierta un domingo a esta hora? - preguntó.

- Tengo clases de ballet - explicó Alice, mostrando sus brillantes dientes por medio de una gran sonrisa. Bella le sonrió de vuelta, con cierta fatiga.

- Te ves muy cansada - apuntó la muchachita - ¿por qué no duermes un rato?

- Creo que me iré a mi casa a hacer justamente eso - afirmó Bella, asintiendo con la cabeza, que cada vez le parecía más pesada.

- Puedes usar mi habitación, si quieres - apuntó cortésmente Alice -. Mamá no tendrá problema con ello…

- Alice, la verdad es qué preferiría irme a mi casa.

La maniobra de convencimiento fue difícil, pero finalmente Alice la dejó ir. Bella no pudo hablar mucho más con Edward, debido a que su hermana no se había despegado de ellos, pero le dirigió una mirada de advertencia que debía haberle dejado bastante claro lo que quería decir con ella.

Tuvo la oportunidad de aprovechar el domingo al máximo, entre siestas, libros y trabajos para la universidad. Finalmente, el lunes pudo volver a la carga con las energías renovadas, totalmente dispuesta a enfrentar una nueva semana de la mejor manera posible. Después de las clases, tuvo la posibilidad de hablar con Angela, que se había vuelto en algo así como su «oyente de desgracias». Ella estaba al tanto de todo lo que sucedía en la casa de los Cullen cuando Bella trabajaba allí. Claro, ese fin de semana había habido novedades de lo más interesantes.

- ¿A la estación de policía? - preguntó la joven Webber, incrédula. Bella asintió con pesar.

- Me debe una muy gorda - apuntó - Tuvo suerte de que el oficial conociera a mi padre, porque sino…

Su acompañante rió suavemente.

- ¡Angela!, ¡Bella! - exclamó una voz aguda frente a ambas.

Las dos muchachas alzaron la cabeza, para encontrarse con una alta joven. La muchacha en cuestión respondía al nombre de Jessica Stanley; poseía el cabello oscuro y brillante y sus profundos ojos claros se encontraban enmarcados por unas espesas pestañas de origen dudoso. Debido a su personalidad algo ególatra y superficial, era una muchacha popular en los terrenos de la universidad, dedicada al cotilleo y a la organización de eventos. Bella y Angela coincidían con ella en un par de clases, pero no eran realmente lo que podía considerarse «buenas amigas». De hecho, a Bella le caía bastante mal.

- Hola, Jessica - saludó cortésmente Angela. La joven Swan se limitó a hacer un gesto con la cabeza. La exagerada sonrisa de la muchacha de cabellos oscuros hizo acto de presencia.

- ¿Tienen planes para la noche del viernes? - preguntó animadamente. Su mirada se posó en Bella - Han estado comentando por aquí que, últimamente, estás muy ocupada. ¿Estás trabajando o algo así? - comentó, de forma casi desdeñosa.

Claro, Jessica no conocía la palabra trabajar; sobre todo cuando su madre era dueña de uno de los centros de estética más grandes de todo el país. O, por lo menos, esos eran los rumores que corrían por la universidad.

Bella la miró, con odio contenido.

- No, paso todas las tardes con mi novio - comentó la muchacha, con ironía.

La joven Stanley estaba saliendo con Mike Newton, un chico con aspecto de típico niño rico y sonrisa compradora. Juntos eran algo así como «la pareja de la universidad» y ninguno pasaba mucho tiempo separado del otro. Claro, para Bella aquello era bastante superficial y, sobre todo, repugnante. ¡Parecían garrapatas!

Evidentemente, Jessica no captó la ironía en su frase.

- ¡Oh!, ¿tu novio? - preguntó, con suspicacia. Podía notarse a leguas que había cierto matiz malicioso en el tono de su voz - ¡Amaría conocerlo!

- Jessica la v…

Bella tuvo que tragarse sus palabras cuando la joven les extendió dos elaboradas invitaciones.

- Daré una fiesta por mis veinte años - explicó - Vengan con sus parejas - les guiñó un ojo, con aquel recelo aún en su rostro.

Bella quiso interrumpir, pero Angela le dio un suave codazo y respondió:

- Estaremos ahí… los cuatro - respondió rápidamente, dibujando una sonrisa falsa en sus labios, logrando que esta pareciera realmente cordial.

La joven Swan miró a su amiga como si esta se hubiese vuelto loca… porque, efectivamente, tenía que estar demente.

- ¡De acuerdo! ¡Nos vemos, chicas! - exclamó Jessica y se retiró, haciendo gala de su andar elegante.

- Angie, querida… ¿¡Tú acaso estás loca! - chilló Bella, cuando la anfitriona estaba lo suficientemente lejos. Angela rió suavemente.

- Creo que es la única forma de la que puedes tener una cita - apuntó.

Ella siempre había insistido en que consiguiera una cita. Bella, sin embargo, creía que era sólo para poder hacer salidas dobles, donde la joven Swan no tuviera que ir como mal tercio. ¡Vamos, aquéllo era tan frustrante! Siempre tenía que estar allí cuando Angela y Ben decidían darse el lote y…

- ¡Bella!, ¿me estás oyendo? - preguntó Angela, alzando un poco la voz.

- Supongo que no - gruñó la joven de ojos chocolate - ¿Qué propones?

Angela se quedó pensando, mientras las dos se dirigían a la casa de Bella. Había olvidado algunos libros en su apartamento y su amiga se había ofrecido a llevarla en su coche hasta allí, para luego darle un aventón hasta la casa de los Cullen. En el camino, la joven Webber propuso unos cuantos candidatos, los cuales Bella rechazó rotundamente. ¿Angela pensaba que ella iba a salir con el pesado de Tyler Crowley, un joven sin cerebro que no paraba de perseguirla? ¡Debía de ser una broma de mal gusto!

- No, Angela, Tyler menos que nadie - apuntó Bella, cuando ya se encontraban en la casa de los Cullen.

Ambas bajaron del auto, ya que Angela quería aprovechar y saludar a la familia antes de dirigirse hacia su trabajo, y comenzaron a atravesar el jardín delantero. La joven Webber observó la magnánima casa y una pequeña sonrisa se plasmó en sus labios. Se detuvo en seco, en medio del camino, y Bella se volvió para observarla, confundida y algo asustada. Aquella sonrisita no podía ser buena…

- Pídele a Edward que sea tu pareja - soltó finalmente - Después de todo, él te debe una, ¿no?

- ¡Angela!, ¿¡estás loca! - gritó Bella, mirándola como si hubiese dicho la peor de las blasfemias - Quiero decir, estamos hablando de Edward… ¿pretendes que lo tenga persiguiéndome día y noche?

- ¿No es eso, justamente, lo que hace todos los días? - preguntó la joven Webber, divertida.

Bella rodó los ojos.

- Sí, pero pedirle que sea mi pareja sería como… dar el brazo a torcer, o algo así.

- ¿Dar el brazo a torcer? - preguntó Angela, de forma suspicaz, alzando las cejas. Una sonrisa se dibujó en sus labios - Es una forma particular de ver las cosas…

- ¡Angela, no es gracioso!

- Oh, sí, sí lo es - respondió, mientras reía suavemente - Vamos, Bella, no seas tan cabezota.

- ¡No, no voy a pedirle al idiota de Edward que sea mi pareja para la endemoniada fiesta!

- Creo que has designado «idiota» como mi epíteto personal - apuntó una suave voz, a espaldas a la muchacha - Me siento halagado.

Oh, no. Aquello no estaba pasando. Ella iba a darse vuelta y allí no estaría Edward Cullen y su sonrisa arrogante. Oh, no, no.

Usó toda su concentración y se volvió.

Pero claro, él sí estaba allí, y aquella sonrisita petulante bailaba por sus labios.

Suspiró y su rostro se tiñó de rojo.

¿Tendría el número de Tyler grabado en su teléfono móvil?

¿Y el de emergencias? Porque estaba segura que en cualquier momento tendría un paro cardíaco.

5 comentarios:

Carolina Gómez dijo...

No puedo creerlo, PRIMERITA WIII
OMG, que pasará ahora, Bella bajará la guardia y le pedirá a Edward que valla con ella. Esta historia es adictiva , sabias?. ME ENCANTA. No te demores en actualizar, porfis!

Escribes super!
Saluditos desde colombia

Cruz de plata dijo...

jajaja las cosas se le ponen cada vez peor a la pobre Bella xdd

isabella dijo...

jajajajaja muy bueno me encanto publica pronto plisss

Mery Williams dijo...

hola!!, me alegra que me hayas respondido y te hayas unido...a mí también me gusta mucho Stephenie Meyer....y en cuanto acaben mis clases y tengo un poco de tiempo -porque estoy llena de exámenes-, me paso por aquí y lo leo, vale??

Un beso!! :)

Lilian dijo...

mas mas massssssss >.< dame masssss!!!!!!!!!!!! o me mueroooo!!