FanFic

Algunos de los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, podre unir mi vida al hombre de mis sueños, Edward.

martes, 30 de agosto de 2011

16. Desde otro punto de vista



"No es tan fácil ser niñera"
By LadyCornamenta


"Establecemos reglas para los demás y excepciones para nosotros"


Los últimos días habían sido una locura para Bella Swan. Los exámenes estaban acaparando todo su tiempo, no tenía horas suficientes en el día como para estudiar debido a las clases y el trabajo y, como si fuera poco, su plan de evadir a Edward Cullen la dejaba bastante agotada. 

Llegado el domingo, en la paz de su hogar, pudo darse cuenta de cuán cansadora se estaba volviendo su rutina. Aunque bueno, había que verle el lado positivo a todo aquello: con la cabeza tan ocupada, no le quedaba tiempo para pensar en cosas que no debía, o no quería pensar.

Una nueva semana de estudio se presentó para la joven Swan antes de lo que hubiese deseado. Entre ella y Angela habían juntado tantos apuntes y notas que hubiesen servido para llenar todas las paredes del edificio de Yale. Con buena predisposición, habían establecido una reunión de estudio por las noches y la joven Webber se había instalado temporalmente en el apartamento de Bella, con el fin de poder aprovechar el único momento de la jornada que ambas tenían libre.

Jacob también estaba resultando de gran ayuda. A pesar de no tener los mismos horarios y muchas clases diferentes, el muchacho se encargaba de ayudar a Bella y, con su inagotable buen humor, le daba un poco de ánimo ante tan abrumadora perspectiva. La joven Swan había quedado sorprendida frente al optimismo y la confianza que Jacob presentaba frente a los futuros exámenes.

- Todo estará bien - había dicho una mañana, en uno de los corredores - Funciono bajo presión.

Bella se preguntó si aquello le sería útil en una situación así.

El segundo martes de noviembre, la joven Swan tuvo un día normal, como muchos otros dentro de su rutinaria vida. Después de las clases, se juntó con Angela para almorzar y Jacob se topó con ellas poco tiempo después. Salían del edificio, cuando la joven Webber se excusó, recordando unos libros olvidados en su casillero que necesitaban para esa noche. Bella se quedó esperándola en la puerta y Jacob decidió hacerle compañía hasta que su amiga regresara.

- ¿Para qué quieren más libros? - preguntó Jake, con una sonrisa, después de unos minutos de silencio - Creo que, con todos esos apuntes que ustedes hacen, tendrán material de lectura hasta los cuarenta.

Bella rió, mientras negaba suavemente con la cabeza.

- Queremos aprobar, supongo - comentó, encogiéndose de hombros - Algo que tú deberías tener en cuenta - agregó, golpeando el pecho de Jake con su dedo índice.

Fue entonces Jacob quien rió, con aires de suficiencia.

- Lo tengo controlado.

Esperaron unos pocos minutos más, antes que Angela volviera a reunirse con ellos. Cuando regresó, su expresión lucía levemente sombría y... ¿aquello que traía en sus manos era un ramo de flores?

- Bells, necesito hablar contigo - pidió seriamente, mirando luego al muchacho.

- No se preocupen, yo me voy. Nos vemos mañana - comentó Jake captando la indirecta y, saludándolas rápidamente, comenzó a andar hacia la salida del campus.

Bella lo observó irse y, cuando estuvo lo suficientemente lejos, se volvió hacia su amiga. Sus ojos se detuvieron nuevamente en el ramo de flores, que se encontraba algo estropeado. Si Ben se las había comprado, tendría que haber recordado ser un poco más cuidadoso. Iba a preguntarle a su amiga el motivo del maltrato, cuando la joven se lo extendió.

- Es para ti.

- ¿Eh? - preguntó Bella, confundida - ¿Por qué me has comprado flores, Angie?

- No te las he comprado yo - explicó, con una expresión de resignación - Tienen tarjeta. Léela.

Bella revisó el ramo, con una mueca extraña en su rostro, hasta que encontró un pequeño rectángulo de cartulina. Una estilizada caligrafía relataba:

"Bella: ¿qué sucede cuando tardas semanas en darte cuenta que en realidad has sido un completo imbécil todo el tiempo? Sé que unas disculpas tan simples y convencionales no alcanzarían para reparar todo lo que he hecho, pero por lo menos debo intentarlo. Perdón. Te quiero. Edward".

La joven Swan tuvo que releer unas cuántas veces la tarjeta para seccionarse de haber comprendido bien. Aquello no podía ser cierto. ¿Edward le estaba pidiendo disculpas? ¿Edward Cullen, el mismo que la había incordiado por esas largas semanas de trabajo?

- ¿Qué me dices?

La voz de Angela sacó a la joven Bella de sus cavilaciones.

- Honestamente, no sé que decir.

- ¡Bells, por favor, debes ir a hablar con él! - exclamó Angela - Él te ha visto con Jacob…

- ¿Él me ha visto? - preguntó Bella, incrédula - Quiero decir, ¿él ha estado aquí?

- Sí, evidentemente quería darte eso personalmente, pero te vio con Jacob y…

Bella rodó los ojos.

- Debería dejar de confundir las cosas.

- Sólo déjame decirte esto, Bells: en todo el tiempo que he conocido a Edward Cullen, nunca lo he visto con un ramo de flores y nunca lo he escuchado pidiendo disculpas por nada. Pero, sobre todo, Edward no es de los que le dicen a las chicas que las quieren. Debes importarle más de lo que crees.

- Angela, hablamos de Edward. Él debe hacer lo mismo con todas…

- Bells, créeme, yo sé lo que te digo - insistió su amiga - Debías haber visto su cara cuando se fue.

Ambas se quedaron en silencio, mientras salían del campus.

- Dale una oportunidad, Bells, sólo eso - pidió Angela, antes de despedirse - No puedes dar las cosas siempre por hecho…

Camino a las casa de los Cullen, con el magullado ramo de flores en el asiento del copiloto, la joven Swan no consiguió sacar las palabras de su amiga de la cabeza. Enviar flores era un cliché a la hora de pedir disculpas, pero Bella se encontraba auténticamente sorprendida por las palabras de la tarjeta. Y confundida. Su mente le recordaba que Edward Cullen sabía cómo jugar sucio y, sin embargo, sentía que aquella disculpa era completamente sincera.

¿Cómo una misma persona podía tener sentimientos tan contradictorios?

Cuando llegó al hogar de la familia Cullen, la cabeza de Bella era un auténtico caos. Esme le abrió la puerta y le permitió la entrada. Luego, la joven Swan fue recibida por Alice, quien le dio un caluroso abrazo. La señora Cullen se despidió de ambas y abandonó la casa, dejándolas sentadas en la sala. Para la muchacha todo se había convertido en una sucesión de hechos confusos desde el mediodía.

- ¿Y Edward? - preguntó Bella, como quien no quiere la cosa.

- Oh, él está en la escuela. Hoy tenían práctica de baloncesto, porque este fin de semana es el partido - explicó - Pero… Jazz me dijo que esta mañana él había ido a verte, ¿no?

- Es… complicado - respondió Bella, sin nada mejor que decir - Debemos hablar algunas cosas.

La pequeña sonrió, emocionada.

Las primeras horas de la tarde transcurrieron normalmente para la joven Swan y la pequeña muchachita. Cada una se dedicó a sus tareas, compartiendo la misma sala y cruzando pocas palabras. Alice se encontraba haciendo tareas y Bella estaba leyendo, ambas sumidas en un profundo silencio. Silencio que fue quebrado por el sonido de unas fuertes y conocidas risotadas.

- Los chicos están en casa - murmuró Bella, con los nervios a flor de piel.

Alice salió corriendo, dando pequeños brincos. La joven Swan, por su parte, se tomó su tiempo para abandonar el estudio. Aún le resultaba difícil pensar cómo aclararía las cosas con Edward, pero sabía que necesitaba hacerlo. No podía postergar más aquello que tenía ganas de decir hacía mucho tiempo.

Cuando llegó al piso inferior, vio a Emmett y Jasper hablando animadamente con la pequeña Alice. Entonces sus ojos se encontraron con los de Edward. El muchacho, sorprendentemente, tardó menos de un segundo en desviar la mirada, ocupándose de entretenerse con alguna cosa de la sala. Aprovechando que los amigos de Edward y Alice se encontraban ocupados, la joven Swan decidió que aquel era el momento idóneo para aclarar las cosas.

- Edward, ¿puedo hablar un momento contigo? - preguntó.

Contra todo pronóstico, no sólo un par de ojos se clavaron en ella, sino que la mirada de todos los presentes recayó sobre su persona. Bella se sonrojó levemente, mientras le hacía una seña a Edward para que la siguiera. Ambos subieron la escalera, sintiendo todos los ojos sobre ellos, y se detuvieron en el corredor de la segunda planta. Compartieron un incómodo silencio, en el que cada uno se encargó de observar todo menos el rostro de su acompañante.

- Las flores… yo… he visto las flores - soltó Bella de repente.

Edward parecía auténticamente confundido cuando su mirada viajó rápidamente hacia la de la joven.

- ¿Qué?

- Las he visto - explicó tímidamente - Ha sido muy… lindo de tu parte. La tarjeta fue muy bonita.

- Black también puede regalarte flores.

Bella rodó los ojos.

- No me pasa nada con Jacob. Él ya lo sabe y lo respeta. Somos amigos.

Edward alzó una ceja.

- Oh, sí, se nota claramente que son amigos…

Bella sintió que sus mejillas adquirían un tono rosado, pero esta vez se debía a la rabia. ¡Él no tenía la propiedad moral para cuestionarle con quién estaba! De todos los individuos en el mundo, Edward Cullen era el que menos derecho tenía de criticar su cercanía con otro joven.

- ¿Disculpa?, ¿a qué se debe toda esta escenita de celos?

- ¿Escenita de celos? - preguntó, incrédulo - Yo no estoy celoso. Puedes hacer lo que quieras, con quien quieras.

Bella apretó los puños. Podría haberlo golpeado allí mismo.

- ¡Oh! Gracias por el permiso. Pero, ¿sabes qué? ¡No lo necesito, porque eres tú el jodido cabrón que se acuesta con toda chica que se le cruza!

Edward pareció, por un segundo, levemente sorprendido por las palabras de Bella. Sin embargo, pronto su expresión cambió por una sonrisa burlona.

- Já. ¿Quién está haciendo una escena ahora?

- ¡Eres un imbécil!

- ¡Deja de gritar!

- ¡No me digas lo que tengo que hacer!

Edward, que evidentemente se había quedado sin palabras para replicar, cogió el rostro de Bella y la besó con fuerza. La joven no tardó en responder, embriagada por los confusos sentimientos que iban desde la furia hasta la inevitable atracción y la candidez de saber que, en el fondo, a él le importaba más de lo que parecía. Por más que su mente intentara negarlo, su cuerpo había extrañado los labios de Edward sobre los suyos y aquellas cálidas manos tocando su rostro. Sintió la pared contra su espalda, al tiempo en que sus manos se dirigían a los hombros del muchacho.

Cuando se separaron, fue sólo lo suficiente para tomar aire.

- Esto está mal - murmuró Bella, su nariz tocando la de su acompañante.

- Esto es genial - susurró Edward con voz ronca - Es simplemente genial poder volver a besarte. Lo digo en serio.

- Edward, no, yo…

- ¿Vas a negar que aquí pasa algo? - preguntó en un murmullo, mirándola a los ojos - ¿Vas a pretender que no te importo?

- No, pero… yo no sé como lidiar con algo así, Edward. Se supone que tú eres mi trabajo. Además, bueno… tú sabes que yo no sirvo para ser la segunda…

- Tú no eres la segunda, Bella. Eso puedo jurártelo.

Ella realmente quería creer aquello. Con todas sus fuerzas.

- Pero sigues teniendo otras…

- No me importa. Eso puede solucionarse.

- Yo… creo… bueno, creo que necesito tiempo para asimilarlo, ¿sabes? No es t…

Antes que la joven Swan pudiera decir algo más, Edward cubrió sus labios con los suyos. Ella seguía repitiéndose a sí misma que eso estaba realmente mal, pero le resultaba imposible separarse de él. Lo cogió fuertemente de los hombros, acercándolo más a ella. Toda su fuerza de voluntad se doblegaba cuando él la miraba con esos profundos ojos verdes, cuando sus manos cogían su rostro de aquella forma, cuando sus labios se fundían con los suyos dulce y posesivamente. Había algo en Edward Cullen que la tenía completamente deslumbrada. 

¿Cómo podía, sino, estar gritando como loca y, a los pocos segundos, estar besándolo como si la vida se le fuera en ello?

Aquel jodido muchacho había puesto su mundo patas para arriba. En todos los sentidos posibles.

- Edward… ¿podría esto…? Bueno… ¿podríamos dejarlo entre nosotros? - pidió Bella, suplicante.

Realmente, el dilema que se desataba en su interior estaba matándola. No quería que las cosas se mezclaran y que, de alguna forma, pudieran perjudicarlos a ambos. Eso de esconder las cosas no era para nada su estilo, pero, en algún lugar de su mente, sentía que si no salía de allí era menos malo. Quizás era sólo una forma de confortarse y creer que lo suyo con Edward no era tan terrible después de todo.

De acuerdo, eso no podía creérselo ni ella.

- Haremos las cosas a tu modo - aceptó Edward, con una pequeña sonrisa - Nos tomaremos todo con calma.

Bella frunció profundamente el ceño, llena de dudas y desconfianza.

- ¿A qué se debe ese cambio de actitud?

- Podría preguntar lo mismo - replicó él sin dejar de sonreír, y ella supo exactamente a qué se refería.

Sin embargo, Bella no fue capaz de responderle por qué había ido a buscarlo, por qué había aceptado los términos de aquella especie de romance tan retorcido y destinado al fracaso. No quería pensar que realmente se estaba enamorando de Edward, que era tan sólo un adolescente conflictivo y prepotente.

Ambos bajaron con los demás, luciendo caras de póquer. Probablemente todos habían oído sus gritos en el piso superior, por lo que el aire tenso era tan evidente como la pelea que obviamente habían tenido. Sin embargo, como ninguno de los presentes sabía lo que había sucedido después, Edward y Bella jugaron a ignorarse mutuamente, mientras cada uno volvía a sus ocupaciones. La joven Swan pudo ver la cara de consternación de la pequeña Alice, pero prefirió dejar las cosas como estaban. Aquello debía ser un total secreto entre ella y Edward.

Mientras volvía a coger su libro, Bella se preguntó en qué momento se había convertido en una imbécil matriculada.

Cuando el aire parecía poder cortarse con un chuchillo, la joven Swan se puso de pie y se dirigió a preparar algo de comer para todos, mientras los muchachos se sentaban frente al televisor de la sala. Había hecho unos cuantos tentempiés, mas, cuando regresó de la cocina, sólo se encontraban Edward y Emmett, que parecían hipnotizados por las imágenes de la pantalla.

- Ese Brown es un imbécil - murmuró el joven Cullen ausentemente, sin reparar de su presencia.

- Sí. Yo no sé por qué demonios lo han puesto de titular - respondió su amigo de igual manera.

Bella suspiró, mientras dejaba un par de platos frente a ellos. Decidió irse a buscar a Alice y Jasper, que posiblemente se encontrarían en el taller de la muchachita. La pequeña parecía adorar al joven Withlock y nunca perdía oportunidad para mostrarle sus diseños. Jasper, por su parte, daba la impresión de ser el único capaz de seguirle el ritmo a aquel pequeño torbellino de energía.

Bella estaba caminando con los dos platos por el corredor del piso superior, cuando sintió dos manos en su cintura. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para evitar que la comida volara por los aires.

Se volvió, cabreada.

- ¡Edward, Dios! - masculló - ¡Casi me matas de un susto!

El joven Cullen sonrió ampliamente, antes de atrapar sus labios, aún sosteniendo su cintura. La muchacha, que tenía las manos ocupadas, no pudo hacer más que responder al lento beso. A pesar de aquella sensación de peligro y cargo de conciencia que se apoderaba de ella cada vez que Edward la besaba, sentir nuevamente su toque era casi un alivio. Antes de ese día, la joven Swan no había sido consciente de cuánto le atraía en realidad Edward.

- Realmente admiro tu concepto de «tomar las cosas con calma» - murmuró Bella con ironía.

Edward sonrió radiantemente, regalándole un rápido guiño.

- Hoy pediré unas pizzas - comentó el muchacho, cerca de su rostro - No te preocupes por la cena.

- De… acuerdo.

Después de darle otro fugaz beso, volvió a descender por las escaleras. La muchacha, con el rostro sonrojado, se volvió y retomó su tarea de buscar a Alice y Jasper. Llegó hasta la puerta del pequeño estudio de la menor de los Cullen y, haciendo una extraña maniobra con los platos que traía en sus manos, pateó suavemente la puerta.

Cuando esta se entreabrió un poco, la escena la dejó de piedra: Jasper y Alice se encontraban sentados en el piso de la habitación, con las piernas cruzadas y cogidos de las manos; estaban sentados cara a cara, con sus frentes haciendo contacto. Era una escena tan íntima, una mirada tan profunda, que Bella se sintió avergonzada tan sólo observándolos desde lejos.

La joven Swan quiso huir y estuvo segura de haber provocado el crujido de la madera al salir. 

Sin embargo, no le importó. ¡No podía creerlo!, ¡eso estaba realmente mal! ¡Alice era mucho menor que Jasper y era la hermana de su mejor amigo! ¿Cómo se podían atrever a mantener un romance oculto cuando se encontraban en condiciones como aquella?

Dando un profundo suspiro, Bella se dio cuenta de lo que estaba pensando y se sonrió con una particular mezcla de ironía y espanto. Ella estaba con Edward a escondidas, que, por cierto, era dos años menor y a quien se suponía que debía cuidar.

Después de todo, se dio cuenta que ella no se encontraba en mejores condiciones. Pero no quería pensar en ello. No quería pensar que lo que hacía estaba realmente mal.


Prefería preocuparse por Alice y Jasper. De alguna forma realmente extraña y retorcida, la hacían sentir mejor consigo misma.


5 comentarios:

siria dijo...

Aischi! Me enamore, me enamore de este capitulo, ya quiero leer mas, estuvo estupendo el capitulo....Besitos, Siria ;)

Lilian dijo...

aichhh diossss me encantaaaaa!!!! tengo la sensacion de q esto va a llevar a algo nuevoo!! jujuju jajaja xD dios jasper y alice!!! madre mia!! si es i¡una cria!!! pero bueno tampoco lo veo realmente mal mientras jasper espere ;)
un besitooo!!!

Ðiαŋα Rocҝєritα Floωєrs ♫ ♫ dijo...

hermoso, hermoso, hermoso, me encanto n.n me encanta como escribes . . .

Anónimo dijo...

Amé este capitulo!! :') Que gusto que por fin esten juntos! Ya veremos que pasa con Alice y Jasper, QUIERO MAS!!! ♥

angela dijo...

admirableeeee este capituuloo amiga.. de verdad quieroo mas... me encanto este capitulo.. por fin Edward y Bella juntooss.. jaja me encantaaa como se resolvio la discusión jeje.. excelente de verdad.. avisame cuando publiques por fiss te kiero muxote.. q capitullooo deoxx