FanFic

Algunos de los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, podre unir mi vida al hombre de mis sueños, Edward.

lunes, 16 de mayo de 2011

2. Los Hermanos Cullen


"No es tan fácil ser niñera"
By LadyCornamenta

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"El error se evita pensando antes de cometerlo, pero, cuando ya está hecho, lo único que queda es aceptarlo. Volverse loco y repetirse a uno mismo lo idiota que ha sido están dentro de los procesos básicos de aceptación"


Esme le dio a Bella un rápido recorrido por algunas zonas de la casa y le comentó un par de cosas que podrían serle útiles. Después de la pequeña visita guiada por el hogar, la señora Cullen se despidió, asegurando que a las nueve de la noche estaría de vuelta. Bella, una vez que Esme salió de la casa, se recargó contra la puerta de entrada y soltó un suspiro. Cuando alzó la vista, vio que los ojitos miel de Alice la observaban, de forma interrogante.

-¿Estás cansada? -preguntó la muchachita. Bella negó rápidamente, dibujando su mejor sonrisa.

-Oh no, estoy bien -aseguró.

-¿Cuántos años tienes? -preguntó, curiosa, la pequeña.

-Diecinueve, hace exactamente una semana, ¿y tú? -replicó Bella.

-Doce -respondió rápidamente Alice, mostrando una hilera de relucientes dientes blancos.Se escuchó un extraño traqueteo en el piso superior. Bella observó hacia las escaleras, con confusión, mas Alice pareció ni darse cuenta de ello. Pocos segundos después, Edward bajaba con una hermosa muchacha colgada de su brazo. La misma poseía el cabello de un dudoso color anaranjado y su uniforme lucía casi tan desaliñado como el de Edward. Con una sonrisa, la muchacha le murmuró algo al oído. Fuese lo que fuese, hizo que una sonrisa ladina se posara en los labios de Edward. Luego, los ojos verdes del muchacho se posaron en Bella.

-Tanya, ella es… ¿Bella? -preguntó Edward, de forma insegura. La muchacha castaña asintió, mientras la joven de pelo anaranjado soltaba una risita-. Bella, ella es Tanya…

-Su novia -comentó rápidamente la joven, mientras estrechaba su mano con la de la nueva niñera.

Después de una melosa escena en la entrada de la casa, Edward se despidió de Tanya. Bella, de pie cerca de la escalera, se sonrojó violentamente al encontrarse como espectadora, mientras Alice rebuscaba algo en un cajón. Haciéndose la desentendida del asunto, se volvió hacia donde se encontraba la pequeña.

-¿Qué buscas, Alice? -preguntó, y le pareció escuchar la risa de Edward. Alice le sonrió encantadoramente, mientras sacaba un gran estuche de lápices.

-Voy a dibujar, ¿quieres hacerlo conmigo? -preguntó animadamente la pequeña. Bella le sonrió de vuelta, olvidando momentáneamente al idiota que tenía a sus espaldas. Aquella pequeña era, sin dudas, encantadora. O por lo menos, esa había sido su primera impresión.

-La verdad es que no soy muy hábil con el dibujo -comentó Bella, con una sonrisa-, pero me gustaría ver como lo haces tú -agregó. Alice sonrió y envolvió su pequeña mano alrededor de la de su nueva niñera, quien sólo alcanzó a tomar su bolso antes de dejarse arrastrar.

La pequeña guió a Bella a un amplio estudio ubicado en el piso superior. El mismo consistía en un iluminado salón con enormes ventanales, repleto de muebles de roble, haciendo juego con unos pequeños sillones claros y un gran piano de cola, que cautivó toda la atención de Bella. Se acercó sigilosamente a él, mientras la pequeña Alice acomodaba sus cosas sobre la mesa ubicada en el centro. Mientras la muchacha aún se deleitaba con las marfileñas teclas del instrumento, Alice encendió el equipo de música, sobresaltándola considerablemente.

-Uno poco de música siempre ayuda -apuntó la pequeña, antes de sentarse a la mesa. Bella asintió, con una perturbada sonrisa, mientras se acomodaba a su lado.

Alice, mientras tarareaba, comenzó a dibujar a su gusto; por lo que Bella, después de buscar en su bolso un libro, se puso a leer al lado de la pequeña. Pasaron allí un rato bastante extenso, aún con la melodía de la música modera repiqueteando contra las paredes de la habitación. Bella se encontraba tan ensimismada en su lectura, que ni siquiera se dio cuenta de la presencia de un tercero en la habitación.

-Es un buen libro -comentó una voz a sus espaldas, sobresaltándola. La muchacha se dio vuelta, para encontrarse con los brillantes ojos verdes de Edward.

-¿Has leído «Orgullo y Prejuicio»? -preguntó Bella, alzando una ceja. Después de todo, no conocía muchos jóvenes que leyeran novelas románticas. De hecho, ya era bastante extraño encontrar a algún joven que leyera; más aún con aquella apariencia despreocupada y rebelde que tenía Edward.

-Sí, en la escuela -respondió el muchacho-. Me agradaba este hombre… Darcy -comentó casualmente-, aunque creo que era algo idiota.

-¿Idiota? -preguntó Bella, confundida. La pequeña Alice se encontraba la mar de divertida con el pequeño debate- ¿seguimos hablando de Darcy? -preguntó, escéptica. Edward asintió, con una sonrisa de suficiencia bailoteando por sus labios.

-Claro, el tipo quería a la chica -apuntó, como si fuese una obviedad-, ¿por qué no ir a por ella y ya? Que ella se hiciera rogar no tenía sentido… .

Bella rodó los ojos. ¿Podría existir una mente tan… pequeña?

—Muchas veces, el amor no se trata de «ir a por ella y ya» - apuntó la joven Swan, imitando el tono de voz arrogante de Edward- Muchas veces, el amor involucra otras cosas. Es bastante complejo, ¿sabías?

El joven, por unos instantes, pareció sorprendido por sus palabras; sin embargo, pronto su fachada se recompuso, mostrando aquella sonrisita arrogante.

-Da igual -apuntó, haciendo un gesto con la mano- el punto aquí es que tengo hambre.

Bella lo miró alzando una ceja, para luego soltar un suspiro de resignación. Después de todo, era su trabajo. Obligándose a no escuchar la risita burlona de Edward, respondió a regañadientes:

-¿Qué quieres comer? - Edward llevó un dedo a su barbilla, con un falso gesto pensativo.

-Bueno… a ver… un emparedado completo podría ser bueno -apuntó, encogiéndose de hombros. - Bella lo fulminó con la mirada, antes de volverse hacia la más pequeña.

-¿Tú, Alice, quieres algo? -preguntó dulcemente. La pequeña asintió suavemente.

-Un vaso de jugo estaría bien, gracias —respondió, en un tono mucho más educado que el de su hermano, a pesar de la diferencia de edades.

La joven Bella salió del estudio, dando algunas vueltas por la casa. Después de encontrar por casualidad las largas escaleras, bajó y se dirigió a la cocina. El ambiente era amplio y luminoso, gracias a los amplios cristales que, al igual que en toda la casa, permitían que la claridad del exterior se filtrara cómodamente. Una larga encimera blanca se extendía contra una pared, en una perfecta armonía con los electrodomésticos color plata. La joven se acercó a la nevera y comenzó con la preparación del bendito emparedado. Estaba en medio de su trabajo, cuando la voz aterciopelada del mayor de los Cullen, a sus espaldas, la sorprendió.

-Me gusta con mayonesa -apuntó, con tono seductor- mucha mayonesa. - Incluso hablando sobre condimentos parecía estar realizando algún tipo de insinuación, bien al estilo de protagonista de telenovela barata. Bella rodó los ojos.

-De acuerdo, será con mucha mayonesa -respondió la joven, intentando controlar su mal humor.

-¿Y por qué mejor no dejas ese emparedado -comentó Edward, posando las manos en su cintura- y vienes a hacerme un poco de compañía? -agregó luego, cerca de su oído.

Bella apretó el borde de la encimera con sus manos antes de volverse, intentando por todos los medios no mandarlo al demonio.

-¿Por qué mejor no vas al comedor y esperas a que lleve tu emparedado? -replicó Bella, soltando las palabras entre dientes.

Edward pegó su cuerpo un poco más al de ella, atrapándola contra la encimera. Sus brazos viajaron a los costados del mueble, mientras su rostro se acercaba al de Bella. La muchacha, al ver que las cosas parecían salirse de control, apoyó las manos en el pecho de Edward, intentando separarlo de ella. Él, ante su reacción, sólo dibujó en su rostro una sonrisa de suficiencia.

-Vamos, no te resistas -pidió, y su cálido aliento chocó contra el rostro de Bella-, no es necesario que finjas ser mi… niñera.

Bella, aún algo avergonzada con la situación, siguió ejerciendo presión en el pecho de Edward, mientras lo miraba de la forma más amenazante que la situación le permitía.

-Edward, déjame en paz -pidió Bella-. Ya.

Él muchacho sonrió de lado, entrecerrando un poco los ojos.

-De acuerdo, te dejo… -comentó el joven- por ahora.

Bella rodó los ojos y soltó un profundo suspiro, al tiempo en que Edward salía de la cocina. Siguió preparando el emparedado, intentando no pensar demasiado en lo que había sucedido. ¿Acaso Edward siempre intentaba seducir a la primera muchacha que encontraba por el camino?

Cuando terminó con la tarea, la joven puso el tentempié en un pequeño plato, así como también sirvió dos vasos de jugo. Rápidamente acomodó todo sobre una bandeja y, teniendo cuidado de no caerse, la llevó hasta el comedor. Allí, Edward se encontraba sentado, prestando atención a unos papeles que tenía esparcidos sobre la mesa.

-Aquí tienes -murmuró Bella, pasándole el plato. Edward sonrió ampliamente, antes de tomarlo.

-Gracias.

La muchacha, antes de que Edward tuviera oportunidad de decir algo más, salió disparada hacia el piso superior. Sin embargo, cuando llegó al estudio, no encontró a la pequeña Alice allí. Confundida, comenzó a llamarla por el pasillo. Escuchó que su alegre voz provenía de uno de los cuartos así que, después de llamar suavemente a la puerta, la empujó e ingresó en la habitación. Cuando sus ojos lograron enfocarse en todo lo que tenía delante, su boca se abrió de par en par y tuvo suerte de que el jugo no se escapara de sus manos. Frente a ella se encontraba un closet de un tamaño descomunal, con las puertas abiertas de par en par; varias prendas colgaban en unos pequeños percheros aparte, mientras Alice las analizaba con ojo crítico, con unos papeles entre sus manos. Aún atónita, Bella le tendió el vaso de jugo a la muchachita.
-Muchas gracias -comentó Alice con una sonrisa, para luego volver a su tarea de análisis.

-¿Qué… qué estás haciendo Alice? -preguntó, con duda en cada una de sus palabras.

-Oh, nada, estaba pensando como se vería mejor este vestido -comentó Alice, enseñándome la hoja que tenía entre sus manos. Allí había un excelente dibujo de una persona, enfundada en un vestido corto y voluminoso-. Evidentemente, no puede ser de satén, porque quedaría sin gracia; el plumetí, sí, quizás el plumetí…

-¿Tú-tú has... diseñado esto? -preguntó Bella atónita.

-Oh, sí, adoro hacerlo -respondió Alice, con completa naturalidad.

Bella se quedó unos segundos más, incrédula, mirando como la pequeña analizaba las telas y las ropas que colgaban del armario. Segundos después, cuando consiguió despejar la cabeza, se dirigió hacia la puerta.

-¿Quieres algo más antes de la cena, Alice? -preguntó Bella amablemente. La pequeña negó.

-Gracias, Bella. - La joven, aún sorprendida por el pequeño taller de modas de Alice, salió de la habitación. Volvió al piso inferior y vio que Edward ya no se encontraba en el comedor. Después de un encogimiento de hombros, se dirigió a la sala, la cual también estaba desierta. Se dejó caer en el amplio sofá acomodado bajo la ventana, con su libro entre las manos, dejando escapar un profundo suspiro de cansancio. Cerró los ojos, tratando de encontrar algo de calma, mas aquéllo fue inútil, ya que no pasó mucho tiempo antes de que el teléfono comenzara a sonar. Esperó, segura de que alguno de lo habitantes de la casa respondería, pero parecía que nadie podíaencogimiento de hombros, se dirigió a la sala, la cual también estaba desierta. Se dejó caer en el amplio sofá acomodado bajo la ventana, con su libro entre las manos, dejando escapar un profundo suspiro de cansancio. Cerró los ojos, tratando de encontrar algo de calma, mas aquéllo fue inútil, ya que no pasó mucho tiempo antes de que el teléfono comenzara a sonar. Esperó, segura de que alguno de lo habitantes de la casa respondería, pero parecía que nadie podía escucharlo, a pesar de que estaba segura de que había más de cinco teléfonos en toda la casa. Suspiró, murmurando alguna maldición inteligible entre dientes, mientras se levantaba. Tomó el auricular del teléfono y saludó cordialmente.

-¿Hablo a la casa de los Cullen? —preguntó una voz aguda—, ¿está Edward?

-Sí, ¿de parte de quién? -preguntó Bella.

-Lauren, su novia -comentó pomposamente la voz al otro lado de la línea. ¿Lauren? Momento… ¿la novia de Edward no se llamaba…Tanya? Bella parpadeó una cuantas veces, antes de respoder

-Ya lo llamo.

Bella subió las escaleras con prisa, sosteniendo el teléfono inalámbrico en una de sus manos. Después de buscar en varias habitaciones a Edward, coreando su nombre, vio como su cabeza se asomaba por su cuarto.

-¿Te has arrepentido y quieres venir a conversar un rato conmigo a mi habitación? -preguntó, con una sonrisa torcida surcando sus labios.Bella sonrió irónicamente, mientras rodaba los ojos.

-No, tu novia está al teléfono -comentó con sorna, pasándole el artefacto. Edward le tiró un silencioso beso con la mano, para luego coger el teléfono.

 Bella rodó los ojos, antes de darle privacidad. Sinceramente, no estaba interesada en escuchar los sucios trucos que utilizaba Edward para engañar a todas y cada una de las novias que debía tener. Sacudiendo la cabeza, fue al piso inferior y nuevamente se dejó caer en el sofá de la sala, donde había quedado el libro que estaba leyendo. Retomó su lectura mas, al poco tiempo, la pequeña Alice bajó las escaleras. Lucía agitada, y su ceño, profundamente fruncido, le daba un aspecto pensativo y preocupado.

-¿Qué sucede, Alice? -preguntó Bella, en tono amistoso.

-Necesito ir al centro comercial -respondió rápidamente la pequeña-. Es urgente. - Bella la miró, con los ojos abiertos de par en par.

-¿Para que necesitas ir al centro comercia ahora? -inquirió Bella, quien no veía los paseos a las tiendas como algo de vida o muerte.

-Mañana es el cumpleaños de mi madre -explicó rápidamente-. Haremos una fiesta y vengo diseñándole un atuendo desde hace meses -hizo una pausa-. Quería hacer los tirantes del vestido, pero se me ha terminado la tela y necesito comprar más. Además, necesito algo de tul para mi propio vestido. Bella tardó unos cuantos segundos en procesar la información que la pequeña le había dado.

-¿Quieres decir… -comenzó lentamente la joven- que ya mismo debemos ir al centro comercial?

-Exacto -respondió Alice, asintiendo. Bella suspiró, aún confundida.

-De acuerdo -apuntó, pensando en la posibilidad de pedir un taxi. Alice dio pequeñas palmaditas de alegría, con una clara mueca psicópata en su pequeño y anguloso rostro.

-¡Bien!, ¡iré a llamar a Edward! -chilló con energía, mientras comenzaba a correr rumbo a las escaleras. Bella se quedó quieta en su lugar. ¿Edward?, ¿qué demonios tenía que ver Edward en todo ese asunto? La muchacha suspiró, mientras esperaba pacientemente en el sofá. A los pocos minutos, casi en un tiempo record, la pequeña Alice bajó las escaleras, sosteniendo la manga de la camisa de su hermano, quien parecía realmente contrariado. El muchacho dejó el teléfono en su lugar y luego fue arrastrado por su hermana menor.

-¡Vamos, Bella, Edward nos llevará en su auto! -explicó rápidamente la pequeña, mientras se dirigía hacia la puerta. La joven los siguió, no muy segura de lo que hacía. En la cochera de la casa, se encontraba aparcado un reluciente Volvo de color plateado. El muchacho la invitó a subir del lado del copiloto, abriendo la puerta y sonriendo con falsa caballerosidad. Bella le regaló una sonrisa cargada de ironía, antes de subirse. Alice se subió en el asiento trasero, brincando con energía y murmurando cosas para sí misma. Edward se acomodó del lado del piloto y salió de la cochera.

En el segundo en el que el muchacho salió a las calles, Bella se arrepintió de estar allí, con las manos aferradas al asiento. ¿¡Acaso no se daba cuenta que estaba yendo dos veces más rápido de lo que una persona normal solía ir! Respirando entrecortadamente, la muchacha intentó que las palabras salieran de su boca:

-Edward… disminuye la velocidad… ¡Nos vamos a matar! -balbuceó, de forma entrecortada. El muchacho sólo rió entre dientes.

-Tranquila, Bella, sé lo que estoy haciendo -comentó él, esquivando a un auto. La joven se aferró más al asiento, apretando los dientes.

-Quita el pie de ese maldito acelerador si no quieres tener verdaderos problemas -masculló Bella lentamente. Edward rió con fuerza.

-Eres muy atractiva cuando te enojas -expuso, como si estuviera hablando del tiempo. Bella se sonrojó y cerró los ojos con fuerza.

-¡Baja-la-maldita-velocidad! -pidió la muchacha entre dientes.

-¡Si baja la velocidad no llegaremos a tiempo! -chilló Alice, desde el asiento trasero-. ¡Las tiendas cierran a las siete y debo comprar unas cuantas cosas!

La muchacha contuvo la respiración, deseando salir ilesa de ese viaje. Agradeció infinitamente cuando Edward acomodó su auto en el aparcamiento del centro comercial, y fue extremadamente feliz cuando puso los pies sobre tierra firme. Sin embargo, su alegría no duró mucho tiempo: pronto se vio siendo arrastrada por la pequeña Alice al sector de las tiendas. La menor de los Cullen comenzó a entrar en los diferentes locales, paseando para encontrar exactamente lo que buscaba.

-¡Oh, oh, oh! -exclamó, llevándose una mano al corazón-. ¡Hay un descuento de zapatos en Louis Vuitton! -exclamó. Entonces, comenzó a correr por uno de los largos corredores del centro comercial. Bella intentó seguirla, pero una mano la tomó por el brazo. Sintió, luego, unos largos dedos sobre su cintura y un tibio aliento sobre su nuca. La muchacha se quedó helada en su lugar.

-¿Por qué, mientras Alice termina con sus asuntos, no nos ocupamos en hacer cosas más… interesantes? -comentó la suave voz de Edward, más cerca de su oído. La muchacha apretó sus manos en puños, clavándose las uñas en la palma de la mano.

-Edward Cullen, aléjate de mí -pidió Bella, deshaciéndose del agarre del muchacho. Comenzó a caminar por los pasillos del centro comercial, con el corazón latiendo furiosamente dentro de su pecho. Sentía la necesidad de matar a alguien, por lo que la gente que se cruzaba por su camino debía tener cuidado. En su estado de furia, una simple pregunta se repetía en su mente: ¿podría sobrevivir a las locuras de la pequeña Alice y a los coqueteos de Edward?

Suspiró.

¿Dónde demonios se había metido?

9 comentarios:

María León dijo...

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh sige subiendo! está demasiado bueno! si puedes me avisas cuando subas capi nuevo! besos.

Jònia Ionia Anatòlia dijo...

Esto es una parte de la historia ·.·?¿ esk no le pusiste numero jjaaja y no se si lo es :P
Bueno merci por pasarte por mi blog y leer jeje Muchos besotees y cuidate!

Lilian dijo...

definitivamente me he enganchado!! avisame cuando subas mas capis porfaplissss!!!

Roxana dijo...

bueenas amigaa ^^
primero tengo que decirte que perdon se que te tengo hiper abandonada pero anda super liada pero te doy mi palabra que me voy a pasar mas a menudo...
lo segundo te felicito atrasadamente por tus 100 seguidores te los remereces :D
lo tercero ya me has enganchado a la historia ¬¬ jajajajaa me encanta quierooo maaas
por cierto actualize
un besiito
te quiere luna de amanecer

Irene Comendador dijo...

Como me gusta esta historia, y que bien que la haya cogido al principio, asi me he puesto al dia enseguida, jajaja me gusta muchisimo nena. Como alice es tan irreverente como siempre, y Bella tiene que pelear con los dos, y eso de entregarle el telefono con su novia al otro lado y el tirarle un beso , madre mia que imagen mas bien formada me he echo, genial. A ver que tal ese bolso y esos coqueteos que se trae el chaval con la pobre Bella que al parecer se lo pondran dificil , jajja Besos guapisima y nos vemos MUAC!!!!!!!

Analia Alvira dijo...

guauuuu astrid! muy bella historia y que titulo! no sabes cuanta curiosidad da. Segui asi y suerte en lka creacion. besos y garcais por visitarme.

Emilia S dijo...

Tu blog está excelente, tbm soy fan de la saga x esoo me encantaría enlazarte en mis sitios webs. Por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiar ambos con mas visitas.

me respondes a munekitacate@gmail.com

besos

Catherine

Lulee dijo...

Me ha encantado edward es un pícaro.. me encanta.. Escribes bien me encanta!

Carolina Gómez dijo...

Me encanta como escribes!! Genial capitulo