"No es tan fácil ser niñera"
By LadyCornamenta
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"La gran estupidez de la humanidad consistió en considerar el amor como una idea. El amor es un instinto. Darle cerebro es afligirlo"
Bella aún no caía en la cuenta de lo que había hecho. Sólo podía sentir el desprecio hacia si misma, después de haberse repetido tantas veces que no podía volver a tocar a Edward Cullen. Aunque alguna voz en su cabeza intentaba repetirle que todo había sido por una buena causa, no podía dejar de pensar que había vuelto a besarlo. Ella a él, como tanto se había repetido después de aquel beso en el apartamento en alquiler. Se había prometido no volver si quiera a permitirle un acercamiento…
¿Además de su cordura y su criterio, acaso también había perdido su fuerza de voluntad?
Su madre le había dejado a Bella ocupar el cuarto que había sido específicamente reservado para ella después de la mudanza. Era pequeño, con una cama, una biblioteca, un sofá y un escritorio. Había algo de tecnología moderna, como un ordenador y un equipo de audio, aunque no eran exactamente lo último en el mercado. Dándole el detalle de vida al lugar, un ventanal permitía el ingreso de la luz exterior, haciendo que las paredes lucieran de un brillante azul.
Bella, después de explorar vagamente su habitación, dejó la maleta en un rincón y se dejó caer sobre la cama, sintiendo su cuerpo exhausto. Los últimos sucesos de su vida le estaban quitando todas las energías.
Alrededor de una hora después de la llegada del grupo de New Haven, la señora Swan reunió a todos en el comedor, para compartir un almuerzo especial que ella misma había preparado. O por lo menos, esas habían sido sus palabras, aunque Bella conocía a la perfección el pollo y las patatas asadas que vendían en una buena rosticería cercana. Sin embargo, se guardó sus comentarios al respecto y comió en silencio, mientras su madre se dedicaba a interrogar a los invitados.
-Me alegra mucho que estén todos aquí - comentó, al final de la comida - ¡Será una fiesta genial!
Renée decidió que era hora de comenzar con los pequeños preparativos para la fiesta, mientras invitaba al grupo a pasar la tarde en la piscina, sacando provecho del buen clima de Jacksonville. Alice se dejó caer en una tumbona, leyendo el último número de la revista Seventeen, mientras Ben, Angela y Edward se dirigían directamente a zambullirse en el agua.
Los dos muchachos corrieron y entraron al agua violentamente; Angela, por su parte, decidió hacerlo poco a poco, por los escalones. Bella se unió a ella tan sólo unos instantes después.
- Está buena - comentó la joven Webber - ¿no crees?
- Sí.
Ante la escueta respuesta que Bella había otorgado, su amiga la miró cuidadosamente.
- ¿Sucede algo? - preguntó - O, mejor dicho, ¿sucedió algo?
Bella observó a su amiga con cautela.
- ¿A qué te refieres?
- Los he visto en el avión - comentó, como quien no quiere la cosa - Y deberías volver a ponerte el jersey que traías, porque esas marcas en el cuello no se ven para nada bien.
La joven Swan se sonrojó violentamente, mientras Angela reía con disimulo. Bella se irguió de forma repentina, dejando escapar un suspiro.
- Tú no sabes cómo son las cosas, Angie, créeme.
- Creo que puedo hacerme una idea.
- ¡Él le tiene miedo a los aviones! - exclamó la joven - ¿Qué esperabas que hiciera?
- Creo que había oído algo de ello.
Bella la observó, incrédula
- ¿¡Tú lo sabías y no dijiste nada!
- No lo sabía. Creía haber oído algo, que es distinto - aclaró pacientemente - Además, no es nada que un par de calmantes no puedan reparar. No había que llegar a tales extremos…
Bella se dirigió a su habitación, intentando refugiarse de cualquier tipo de interrogatorio o mirada acusadora. Además, quería un poco de tiempo para intentar relajarse y ordenar un poco sus ideas. No quería arrastrar todos sus problemas a la fiesta de esa noche y arruinarla, por lo que se obligó a calmarse un poco. No dejaría que todo aquel embrollo le ganara.
Después de un buen rato atrincherada en su habitación, Bella se puso algo de ropa - recordando adornar su cuello con una bonita y fina pañoleta - y se dirigió al piso inferior. Alice y su madre se encontraban decorando la larga mesa del comedor, vestida con un mantel blanco.
La pequeña se encontraba armando una pirámide de vasos de papel cuando vio a Bella en la esquina de la habitación.
- ¡Hey, Bella!, ¿te gusta?
La joven Swan observó la elaborada estructura con una sonrisa.
- Está genial.
La pequeña sonrió, mientras Renée daba su aprobación con unas palmaditas.
- ¿Necesitan ayuda? - preguntó Bella.
- Oh, sí, querida, ¿podrías encargarte de los bocadillos? - pidió su madre - Tú sabes que la decoración de ambientes se me da mejor que la de alimentos…
La joven sonrió tenuemente.
- No te preocupes, yo me encargo.
Bella se dirigió a la cocina y comenzó con su tarea. Cogió pequeños bocadillos, poniéndolas en grandes charolas y adornándolas con vegetales y frutas. Estaba colocando unas rodajas de limón a un costado de un gran platón de porcelana, cuando Angela y Ben ingresaron a la cocina, tomados de la mano. Detrás de ellos, Edward apareció, secándose el cabello con una toalla que colgaba de sus hombros. Bella los ignoró, continuando con su tarea y fingiendo una gran concentración.
- ¿Necesitas ayuda, Bells? - preguntó cordialmente Angela.
- No, pero en la sala seguramente necesitarán una mano - respondió secamente.
Escuchó, a sus espaldas, los pasos de sus compañeros.
- ¿Quieres que vaya llevando estas charolas? - preguntó una voz aterciopelada.
- De acuerdo.
Bella ni siquiera se volvió y siguió trabajando como una autómata. Si bien su tranquilidad ya se había ido al caño por motivos desconocidos, por lo menos podía focalizar todo aquel nerviosismo en algo que fuera útil para la fiesta. Mantener las manos ocupadas en algo y la cabeza en funcionamiento la hacía olvidar sus preocupaciones.
Hacía mucho tiempo que no veía a su padre y deseaba que tuviera el mejor festejo de todos.
Alrededor de las seis y media de la tarde, la gente comenzó a llegar a la casa. Bella, después de saludar a los pocos invitados que se encontraban ya en la sala, se dirigió al piso superior, con la intención de arreglarse un poco. Después de coger un vestido que había empacado y algunos elementos de higiene personal, se encerró en el baño para darse una rápida ducha. El maquillaje y el peinado eran sencillos, pero estaba bastante bien, teniendo en cuenta que ella sola se había preparado. Cuando hubo terminado, salió al corredor, donde se encontraban Edward y Ben. Ambos traían pantalones de vestir y camisas, y se veían realmente bien.
- Bella, ¡te ves muy bien! - comentó Ben amistosamente.
La joven Swan sonrió agradecida, esperando por el comentario fuera de lugar de Edward. El mismo, sin embargo, nunca llegó.
- ¿No será mejor que bajemos? - inquirió el mayor de los Cullen.
Los tres se pusieron de acuerdo silenciosamente, dirigiéndose hacia las escaleras. Aún algo confundida, Bella se mezcló entre la multitud, que ya casi llenaba la mitad de la sala. Con su mejor sonrisa, la muchacha comenzó a saludar a los invitados, entre los que pudo ver unos cuantos rostros conocidos, así como también tuvo que ser parte de numerosas presentaciones.
Después de saludar a los señores Greenwood, los más recientes vecinos de sus padres, Bella se dirigió hacia la mesa para servirse algo de beber.
- Yo sabía que tanto tiempo de viaje iba a valer la pena.
La joven Swan se volvió, al oír tan de cera una voz familiar. El amigable rostro de Jacob Black le regalaba una enorme sonrisa.
- ¿Jacob?, ¿qué haces aquí?
Estaba auténticamente sorprendida.
- Vine en representación de mi padre - explicó - Él y el tuyo eran viejos amigos, según tengo entendido.
- Oh, sí, recuerdo que mi padre me lo había mencionado - afirmó Bella - De hecho, llevé mi monovolumen con tu padre por recomendación..
Jacob río frescamente.
- Me alegro que lo hayas hecho.
Bella se quedó un buen rato hablando con Jacob, que había resultado ser tan carismático como evidenciaban sus amistosas sonrisas. Siguió saludando a los invitados en su compañía, haciendo la tarea mucho más llevadera.
Cerca de las ocho de la noche, el oficial Charlie Swan atravesó la puerta de entrada, llevándose la sorpresa de su vida. Se quedó estático en el recibidor, mientras Renée intentaba hacerlo reaccionar con gritos de júbilo y canciones de cumpleaños. Todos comenzaron a saludar al homenajeado y Bella tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para llegar hasta su padre. Cuando las miradas de ambos se encontraron, la joven Swan corrió para darle un tosco abrazo, que Charlie devolvió de igual manera.
- ¡Feliz cumpleaños, papá!
- Oh, muchas gracias hija. ¡Qué bueno verte! - hizo una pausa - ¿Jake?
La joven Bella se separó de su padre, mientras este le daba efusivamente la mano al hijo de su viejo amigo.
- Feliz cumpleaños, señor Swan - saludó cordialmente el muchacho - Mi padre le envía saludos y se disculpa por no poder viajar.
- Oh, no te preocupes, es bueno tenerte aquí. Y, por favor, llámame Charlie.
Jake sonrió a Bella y a su padre.
La fiesta fue un completo éxito y todos los invitados se fueron felices de la vivienda de los Swan, o por lo menos esa fue la sensación que le quedó a la joven Bella cuando la casa estaba ya casi vacía. Ella, por su parte, había tenido una noche tranquila de la mano de Jake. Había estado un rato con Angela y Ben, e incluso la pequeña Alice se había acercado a ella en una oportunidad para señalar a Jacob como «el muchacho del centro comercial que quiere una cita con Bella».
- Discúlpala, esa pequeña es terrible - comentó la joven Swan, mientras Alice se alejaba.
- No ha dicho nada que no sea cierto - replicó él, con una sonrisa.
La muchacha lo miró inquisidoramente.
- ¿Crees que podamos hacer algo mañana? - preguntó amistosamente el joven - La verdad es que es la primera vez que estoy en Jacksonville y me gustaría mucho conocer un poco la ciudad antes de irnos.
- Claro - respondió Bella, titubeando levemente - sin problemas.
Jacob se retiró alrededor de las doce y media de la noche, explicándole a la joven Swan que estaba hospedándose en un hotel a un par de cuadras de su casa. Acordaron que él pasaría a buscarla a las doce del mediodía y comenzarían con su recorrido desde allí. Bella lo despidió amistosamente, para luego reunirse con todos en la sala. Renée había preparado un poco de café y su familia y los invitados se encontraban sentados alrededor de la mesa.
- ¿Se ha ido ya Jake -preguntó la señora Swan con emoción, para luego volver a la cocina en busca de más café.
Bella asintió, sentándose a la mesa.
- Es un buen chico ese - comentó Charlie, mirando hacia otro lado y tomando café - Un buen partido.
Nadie en la mesa dijo nada al respecto. Quizás la mirada avergonzada de Bella fue suficiente para que ninguno de los invitados hiciera comentarios acerca de quien parecía ser el candidato más apropiado. Sin embargo, la muchacha pudo ver el rostro brillante de Alice y la sonrisita pícara de su mejor amiga, así como también divisó el rostro serio de Edward.
La mañana siguiente un clima de cansancio sobrevolaba el hogar de los Swan. Para Bella, despertarse se convirtió en un trabajo difícil, incluso aún cuando el cálido sol de Jacksonville le daba de lleno en el rostro. Después del aseo y de coger una bata, bajó a la cocina con paso lento y vacilante, a causa del cansancio. Allí se encontraban sus padres, acompañados por Angela y la pequeña Alice.
El desayuno transcurrió amenamente, sobre todo porque las palabras eran pocas y todos se dedicaron explícitamente a comer y a echarle un ocasional vistazo a la televisión o al periódico. Cuando hubo acabado, Bella pensó que era un buen momento para comenzar a prepararse para salir. Antes de que pudiera llegar al piso superior, fue interceptada por Alice en las escaleras. Parecía que ella era la excepción a la regla, ya que su hiperactividad seguía tan presente como cualquier otro día.
- He dejado un vestido para ti en mi habitación.
Bella miró a la pequeña suspicazmente.
- ¿Un vestido? - inquirió - Alice, sólo iré a dar una vuelta por la ciudad y a comer algo…
- Con Jacob, sí - afirmó - Un chico y una chica. Una cita. Lo que nos lleva a pensar que necesitas un atuendo adecuado.
Después de unos segundos de sorpresa, la joven Swan rodó los ojos.
- ¡Alice, no es un cita! - chilló Bella, al tiempo en que Edward y Ben bajaban las escaleras, sus rostros probando lo poco que habían dormido.
- ¿Sabes? - murmuró en tono confidente la pequeña, mientras los muchachos se alejaban - yo preferiría que salieras con mi hermano… pero puedo entenderlo. Jacob es guapo.
La joven Swan tuvo que recordarse que siempre era un caso perdido con la pequeña Alice, por lo que la siguió a lo largo de las escaleras. Media hora después salía de la habitación, dentro de un vestido blanco hasta la rodilla.
Bella, sin pensar realmente en aquello como una cita, dejó que el tiempo pasara mientras hablaba con su padre sobre la universidad y su vida en New Haven. Charlie no era una persona muy conversadora, pero la distancia y las escasas oportunidades que tenían de estar juntos habían contribuido a su desenvoltura. A las doce menos cinco su conversación se vio interrumpida por el timbre de entrada.
- Oh, ese debe ser Jacob - comentó su padre, con una sonrisa - ¡Que se diviertán!
Bella rió nerviosamente, antes de levantarse del sofá. ¿Era su impresión o Charlie estaba encantado con la idea de que saliera con Jake?
Cuando la joven Swan abrió la puerta, un sonriente Jacob la saludó animadamente.
Ambos muchachos comenzaron su recorrido por el vecindario de Bella, hasta que llegaron al centro de la ciudad. Hicieron una larga caminata por Pearl Street, divisando algunos edificios públicos, la universidad local, e incuso un museo que Bella había visitado en su primera estadía allí. Finalmente, decidieron detenerse en un pequeño restaurante, ubicado frente al parque Springfield.
- Es una ciudad muy bonita - comentó Jake, mientras se acomodaban en una mesa junto a la ventana. Sus ojos se detuvieron en su acompañante.
- Oh, sí. Y hay mucho sol. Mi madre siempre me recuerda eso, después de tantos años viviendo en la lluviosa ciudad de Forks…
Jacob rió animadamente.
- Sí. Con mi padre solíamos visitar la reserva cercana… La Push, no sé si has oído hablar de ella. Nunca hemos tenido unas vacaciones tan lluviosas.
Bella asintió con una nostálgica sonrisa. Su padre siempre le contaba sobre sus veranos en La Push, rodeado de sus viejos amigos de la infancia, entre los que seguramente debía encontrarse Billy Black.
Ambos muchachos pasaron más de una hora allí, sentados en el restaurante, riendo y conversando sobre sus familias y sus vidas universitarias. La conversación era fácil con Jake;
Bella tenía esa extraña sensación de confianza que se tiene con los viejos amigos, incluso aún cuando aquella era su primera salida juntos. Aquel día, la joven Swan comprobó lo que todo el mundo decía: Jake podría haber sido un excelente partido. Quizás, si le hubiese dado una oportunidad, podrían haber hecho una pareja perfecta. Él hacía que las charlas fueran fluidas y divertidas, era caballero, y parecía el tipo de muchacho protector y educado que toda chica podría haber deseado. Sin embargo, Bella no podía obligarse a sí misma a enamorarse de él.
Después de todo, el amor y el destino son dos cosas que siempre estarán fuera del alcance de cualquier persona.
- Ha sido una agradable tarde - comentó Jake.
Ambos estaban haciendo el camino de regreso, después de comprar unos helados. Atravezaron el parque con parcimonia, ya que aún tenían tiempo antes de tener que partir hacia Connecticut.
- Realmente lo ha sido.
- Me gustaría que pudiéramos repetir esto en New Haven, ¿sabes?
Bella lo miró, dejando escapar un largo suspiro.
- Yo… Jake, la verdad es que la he pasado genial contigo, pero… yo no creo que pueda.
- ¿A qué te refieres?
- No quiero que te hagas falsas ilusiones conmigo.
Jacob miró a su acompañante de reojo, andando con las manos en sus bolsillos. Una pequeña sonrisa asomó en sus labios, a pesar de todo.
- ¿Y por qué deberían ser falsas?
Buena pregunta. ¿Por qué deberían serlas?
- Yo… no lo sé. Pero lo sé.
Su rostro escéptico tan sólo confirmó a Bella cuán patética había sido su respuesta.
- ¿Te parezco feo? - preguntó repentinamente.
- No, pero…
- ¿Te caigo mal?
- No, pero…
- ¿Te parece que soy una mala persona?
- ¡No, Jake, no!
- ¿Entonces?
- Yo… yo creo… - la joven dudó, sin saber que decir. Luego las palabras salieron de sus labios, involuntaria e inconcientemente - yo creo que estoy interesada en alguien más.
Después de aquella confesión, no volvieron a hacer hincapié en el asunto. Por lo menos, no tan directamente.
Horas después, sentada en el avión con un medicinalmente adormilado Edward a su lado, Bella aún intentaba convencerse de que ella no había dicho aquello.
Ella no podía haber dicho aquello.
7 comentarios:
Pobre Jake :( ... y quiero saber quue es lo que está pasando por la mente de Edward, se ve muy raro...
Exelente capitulo !! :)
AL FIN! Bella admitió que le interesaba Edward, no se le dijo a él... pero algo es algo xD. Muero por leer el siguiente
Abrazos desde Colombia
No tengo palabras :o
amigaa me encanto..!! pobre Bella nauara de vida mas enrredada.. y Edward bue lo amo pero desde el cap de la apuesta el tiene bien merecido que Bella se valla con Jacob un rato jeje.. nena plis avisamee cuando publiques besos te kieroo.. mañana publico cap io jeje besos
jajaja, quiero saber por qué Edward ha intervenido tan poco en este capitulo...¿qué piensa??
Bella está interesada en Edward..... cuándo se lo dirá a él????
besos desde España!!
muy bueno el capiii!!!! ya quierooo otroo!!!!
Execelente capitulo. Amo tu historia muchisimo, pero no se que le pasa a mi cumputadora, que no me deja comentar todo el tiempo....Besitos, Siria
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